A medida que los desafíos económicos y políticos continúan en Venezuela, ACNUR informa que más de 7,1 millones de venezolanos han buscado refugio en otros países, de los cuales más de 2,5 millones se han dirigido a Colombia. La mayoría llegan buscando oportunidades de seguridad, trabajo y esperanza. Sin embargo, el trauma de abandonar el hogar y la necesidad de encontrar trabajo y una vivienda segura plantean importantes problemas.
En Colombia, nuestro equipo de Acogida trabaja con migrantes venezolanos vulnerables y con locales de las comunidades de acogida para fomentar un ambiente de recibimiento. Un programa de nueve meses de subsidio de arriendo componente clave de Acogida, da a los venezolanos una manera de empezar a construir una vida de autosuficiencia en Colombia.
El subsidio de arriendo proporciona una vía para garantizar una vivienda segura, lo que a su vez permite una mayor flexibilidad para encontrar mejores medios de vida y cuidar de sus familias. Acogida, financiado por la Oficina de Población, Refugiados y Migración del Departamento de Estado de los EE.UU., trabaja con los propietarios locales para encontrar opciones de vivienda confiables para los que reciben el subsidio. Como resultado, las familias venezolanas encuentran un lugar seguro para vivir mientras contribuyen a que los colombianos locales generen un sustento.
“Una alojamiento digno y seguro le da a la gente la tranquilidad necesaria para enfocarse en su recuperación emocional y gestionar acceso a servicios”, dijo Adriana Padilla Sánchez, nuestra coordinadora regional para el Caribe. “Sobre todo, estabilizarse desde la generación de ingresos para lograr una vida más estable, segura que contribuya a su permanencia en la comunidad de acogida en la que ha decidido establecerse.”
Para cuando el primer ciclo de subsidios de arriendo terminó en noviembre del 2022, nuestro equipo constató que dos tercios de las 334 familias pudieron seguir pagando el arriendo por su cuenta. Los beneficios del programa de subsidio de arriendo de Acogida van más allá de la seguridad financiera. Con el arriendo pagado, las familias pueden enfocarse en otros aspectos importantes de su nueva vida en Colombia: invertir en educación, buscar un nuevo trabajo o atender otras necesidades urgentes.
Beatriz: Responsable del sustento económico y de los cuidados en su familia
Beatriz es una mujer que recibe el subsidio de arriendo que vive cerca de Santa Marta. Como principal responsable del cuidado de sus dos hijas con discapacidad, no ha podido encontrar un trabajo que cubra los gastos de su familia y acomode sus responsabilidades como encargada de los cuidados. Beatriz solicitó y recibió el apoyo de arriendo de Acogida. Sin la carga de tener que pagar el arriendo cada mes, ha podido trabajar horas flexibles recogiendo materiales reciclables, lo que le permite atender a sus hijas durante el día. “El subsidio de arriendo fue muy bueno, porque nos ayudó a comprar la moto y eso facilito los tiempos y desplazamientos para reciclar en la ciudad, además de tener más tiempo con las niñas”, dijo Beatriz. Al final del programa, ella y su esposo habían ahorrado suficiente para los próximos cinco meses de arriendo. Al igual que Beatriz, más de la mitad de los arrendatarios pudieron ahorrar dinero o pagar deudas durante el programa.
Rudy: Ahorrando dinero para mantener a su familia en Colombia y Venezuela
En el mismo barrio vive Rudy con su esposo, hijos y nietos que emigraron de Venezuela. Con muchas bocas que alimentar, ella y su marido buscaron cualquier trabajo que pudieran encontrar, pero se limitaron a lo que podían alcanzar a pie. Una vez que Acogida comenzó a pagar su arriendo, la familia pudo ahorrar para una motocicleta de segunda mano. Esto permitió a Rudy tomar un trabajo estable en un salón de belleza en otra zona, mientras que su marido trabajaba como conductor de mototaxi. “Me siento más fuerte”, dijo Rudy. “Estoy segura de que podremos seguir pagando el arriendo usando la moto y trabajando como manicurista”.
Mientras Rudy y su esposo ahorran más de sus ingresos, ella espera continuar apoyando a su hermano discapacitado, que vive en Venezuela.
Dani: La protectora y proveedora de su familia
Al otro lado de la bahía de Barranquilla, Dani vive con su madre y sus hermanas. Cuando la familia llegó por primera vez a Colombia, tenían tan poco dinero que no tuvieron más remedio que vivir en un asentamiento ilegal. Sin protección ni seguridad, Dani apenas dormía, tomando turnos con su madre para vigilar por la noche.
Cuando Dani se unió a nuestro grupo de apoyo mutuo de mujeres locales, que ayuda a las mujeres vulnerables -colombianas y venezolanas- a procesar el trauma y avanzar hacia sus metas, escuchó acerca del programa y solicitó el subsidio de arriendo. Esto brindó a Dani y a su familia la oportunidad de mudarse a un apartamento seguro. Se encuentran entre el 96 por ciento de las familias encuestadas que dijeron que se sentían seguras en sus hogares mientras recibían la ayuda de arriendo.
Acogida cambió la vida de Dani en más de un sentido, según ella. Mientras recibía el subsidio de arriendo, a menudo facilitaba las conversaciones y alentaba a sus compañeros en el grupo de apoyo mutuo. Las habilidades y la confianza que desarrolló la ayudaron a encontrar un trabajo con la organización asociada de Acogida, Venezolanos en Barranquilla, haciendo enlace comunitario y recopilando datos de encuestas.
“Estas actividades permitieron que me conocieran, que me visibilizaran como líder para impulsar a otros también en mi comunidad”, dijo Dani. “Tengo unos meses de estabilidad laboral, sigo en la casa que me alquilaron en el programa Acogida y ahora estamos mucho más tranquilos y seguros para vivir, para dormir”.
Erwin: Un arrendador con los brazos abiertos
Los venezolanos a menudo enfrentan desafíos para arrendar en Colombia. Los estereotipos y prejuicios, así como la falta de referencias crediticias o financieras, pueden impedir que los migrantes entren en el mercado formal de arriendo, dejándoles pocas opciones de vivienda segura.
Erwin, que ha sido propietario de su casa durante 27 años, es uno de los propietarios que ha trabajado con los beneficiarios del subsidio Acogida. Nuestro equipo ayudó a Erwin a encontrar inquilinos y a establecer un contrato formal para que se sintiera cómodo al alquilar su casa. Dijo que los venezolanos que viven en su propiedad han sido buenos inquilinos, y le alegra ayudar de ayudar a una familia que está trabajando duro para salir adelante. “En el día de mañana no se sabe cómo será el futuro de los colombianos”, dijo Erwin. “Entonces es una bendición poder ayudar al que lo necesite”.
Un efecto dominó social y económico
Cuando las familias se ponen en contacto con nuestro equipo sobre el programa de arriendo, se les informa sobre la variedad de otros servicios disponibles. Nuestro equipo ayuda a los migrantes a acceder a los servicios médicos, inscribir a los niños en la escuela, registrarse para el seguro médico, y muchas otras cuestiones. Cuando encontrar un lugar para vivir ya no es la principal preocupación, las familias pueden invertir más en sí mismas y en su futuro.
Sentirse bienvenidos también permite a los venezolanos integrarse mejor socialmente en su país de acogida. Con el tiempo, los venezolanos reportan sentirse parte de la comunidad. El ochenta por ciento de las familias encuestadas que reciben el subsidio dijeron que no sufren discriminación en Colombia.
“Es gratificante ser testigo de cómo cada una de esas mujeres [en el grupo de apoyo mutuo] enfrenta sus miedos, su timidez y se abren en una relación de confianza consigo mismo y luego con sus demás compañeras”, dijo Yerlis, miembro del equipo de Acogida que dirige un grupo de apoyo para mujeres. “Construyen una red de apoyo entre todas, que pasan de ser vecinas a ser amigas y en algunos de los casos se sienten como familia”.
Marleivy, otra arrendataria, dijo: “Acá la gente es amable y respetuosa, nos ayudamos los unos a los otros, colaboramos en lo que se pueda”.